- Antes de empezar el baño, cepilla bien a tu gato. Eliminarás nudos, pelos muertos y parte de la suciedad. Además, aplícale pomada para los ojos, así estará protegido si le entra jabón.
- Llena el fregadero o lavabo con agua tibia, ¡que no esté muy caliente!
- Sujeta al gato por el lomo y las patas delanteras y sumérgele en el agua hasta la altura de sus hombros. Empieza a echar agua por el resto del cuerpo con un recipiente y con cuidado.
- Habla a tu gato con voz sosegada para que esté tranquilo. Si le da demasiado miedo, es mejor que le dejes ir e intentarlo en otro momento, se acostumbrará poco a poco.
- Si tu gato tolera bien el agua, toca empezar con el champú. Empieza por su cabeza, y después utiliza un paño para retirar el jabón de su cara. ¡Nunca le eches agua por la cabeza ni en los oídos!
- Vacía el fregadero de agua.
- Continúa enjabonando el resto del cuerpo.
- Llena de nuevo el fregadero con agua limpia y ve utilizando el recipiente para aclarar a tu gato poco a poco.
- Si vas a utilizar acondicionador, ¡este es el momento! Sigue el mismo proceso que con el champú.
- Por si pudieran haber quedado restos de jabón, echa media taza de vinagre en un cubo de agua y aclara con esto al gato.
- Aclara por última vez con agua y vacía el fregadero.
- Mientras aún está en el fregadero, aprovecha para limpiar sus oídos.
¡Ya has terminado lo más difícil! Ahora sólo queda secar a tu gato (con toalla, asegúrate de que quede bien seco) y peinarle de nuevo. ¡Quedará limpito y guapísimo!
Recuerda que los gatos si no salen de casa no es necesario el baño continúo, debido a que ellos mismos se asean con frecuencia, eliminando todo tipo de suciedad de polvo.